Aquí ofrecemos otra visión de lo acontecido en Hungría en los últimos días aparte de la oficial de ser una constitución poco democrática. Poco democrática... ¿Para quien?. Hungría se está rebelando contra la dictadura de la UE y todos sus dueños defendiendo su tradición e identidad, esa es la auténtica realidad. En los siguientes dos documentos emitidos por Enric Ravello, secretario de relaciones nacionales e internacionales de PxC se puede observar esta auténtica realidad de Hungría. Una Hungría que debería ser otro ejemplo a seguir por los
miembros esclavizados de la UE, entre ellos España.
HUNGRÍA, EL NACIONALISMO CONTRA LA CRISIS
El 22 de diciembre la agencia de ratting Standard´s and Poor´s rebajaba la nota que habitualmente daba a Hungría colocándola en nivel « BB+ », señalando que esa nota sería en breve « revisada a la baja ». Por su parte la Agencia Moody´s apoya esta decisión de sus colegas de Standard and Poor´s, señalando que “la incertidumbre sobre la capacidad del gobierno húngaro para logara sus resultados de consolidación presupuestaria”. El gobierno húngaro calificó estos movimientos como lo que son: “atraques financieros contra Hungría”.
La presión de los medios financieros contra Hungría no es nueva. El país magiar y su presidente el conservador Víktor Orbán (FIDESZ) han decidido mantener una política de distancia con el FMI y con las “recomendaciones” de los mercados internacionales, reforzar la propia política industrial y el florín como moneda nacional. De hecho el primer ministro húngaro ha manifestado su intención de recortar los poderes del Magyar Nemzati Bank (la banca húngara) para someterla al poder político, al mismo tiempo que se ha reformado la Constitución húngara en sentido nacionalistas. La reacción de la finanza internacional y de los euro-mundialistas de la UE no se hizo esperar y además de lo ya señalado, tanto el BCE como el FMI han advertido que “algunos aspectos de las nuevas leyes húngaras recortan el poder de la banca magiar, lo que es motivo de inquietud”.
Los mercados pretende impedir que en zonas claves para el equilibrio europeo, como es el espacio danubiano, se instalen políticas económicas que actúen en clave nacional y al margen de los dictados mundialistas. Por eso la advertencia de los agentes especulativos no van sólo contra Hungría sino contra cualquier otro país de la zona que pretenda seguir la senda de independencia nacional marcada por el Ejecutivo de Budapest.
El partido gubernamental, FIDEZ de tendencia nacional-conservadora cuanta actualmente con dos tercios de los diputados del Országház (Parlamento húngaro) y su crecimiento político fue a costa de los socialdemócratas, convertidos en meras correas de transmisión del poder financiero internacional. Sin embargo FIDEZ pierde popularidad entre el electorado nacionalista, entre el que crece la formación JOBBIK, hasta situarse con cerca del 22% de intención de voto y segunda fuerza política. JOBBIK apela al sentimiento identitario, un valor muy arraigado en la conciencia magiar, y hace de su frontal oposición a la globalización, a los mercados y a la política de los Estados Unidos, unos argumentos programáticos y políticos que calan profundamente en el electorado húngaro, al que además, JOBBIK, asegura que no subirá los impuestos y que aplicará de forma rotunda y tajante la “prioridad nacional” a la hora de acceder al marcado laboral
Enric Ravello
Secretario de relaciones nacionales e internacionales Plataforma per Catalunya
LA NUEVA CONSTITUCIÓN HÚNGARA PROVOCA LA REACCCIÓN DE LOS DEPREDADORES FINACIEROS Y DE LOS TECNÓCRATAS DE BRUSELAS.
El 1 de enero entró en vigor la Constitución húngara que había sido aprobada por vía parlamentaria en abril del año 2011. La República húngara –nombre de reminiscencia comunista- ha dejado de existir y el país centroeuropeo recobra su nombre histórico, Hungría.
La nueva Carta Magna magiar, sancionada por el Primer Ministro, el nacionalista conservador, Viktor Orban del FIDESZ (Unión Cívica Húngara), incorpora elementos identitarios: reivindica el papel histórico de Hungría en defensa de la civilización europea y cristiana con referencias a la Corona de San Esteban, a la vez que considera al Islam como una religión ajena al pueblo húngaro, reconociendo el derecho a voto y la tutela del Estado húngaro sobre las minorías magiares que habitan en los países limítrofes; elementos revisionistas como es el hecho de considerar a los dirigentes del Partido Socialistas Húngaro (antiguos miembros de la nomenclatura prosoviética) como responsables de “crímenes comunistas cometidos hasta 1989, con carácter retroactivo”; elementos políticamente incorrectos como es la declaración expresa de que un matrimonio sólo puede estar constituido por un hombre y una mujer y la incorporación de medidas drásticas contra el aborto. Señalemos también que el 14 de noviembre la Asamblea húngara había aprobado que la población reclusa del país tenía la obligación de trabajar como modo de pagar los gastos de su manutención y como método de reinserción social.
La izquierda húngara ha pretendido movilizar a la opinión pública para salir a la calle en defensa de la “libertad” y en rechazo de la nueva Constitución “autoritaria y nacionalista”. El eco ha sido escaso, y las movilizaciones en Budapest han tenido un seguimiento ínfimo. Ha sido sintomático ver cómo en esas movilizaciones organizadas por los socialistas y los ecologistas, se pedía el mantenimiento de la independencia del Banco de Hungría frente al poder político.
Pero sin duda hay aspectos de la nueva constitución que han provocado inquietudes mayores fuera del país. El nuevo texto legislativo limita los poderes del Tribuna Constitucional en beneficio del Parlamento, subordina el Banco central al poder político y apuesta por una política monetaria. Fiscalmente, se fija un único tipo impositivo del 16%, pero la recaudación pública se complementa con los impuestos sobre los bancos y multinacionales extranjeras que operen en suelo húngaro, vigente desde mediados del año pasado.
La reacción del FMI no se ha hecho esperar y el florín ha sido objetivo de un ataque especulativo que ha provocado una importante caída de su cotización frente al euro . Los medios de comunicación han reaccionado con una hostilidad sin precedentes contra el país magiar. Por su parte los tecnócratas de Bruselas han “amenazado” con sanciones a Hungría si no cambia su nuevo texto constitucional, que además advierten puede estar en contradicción con la legislación europea. Mientras que las agencias de ratting valoran a la baja la fiabilidad de Hungría frente a los mercados, ya sabemos cómo actúa la finanza especulativa y apátrida. La respuesta del primer ministro húngaro ha sido contundente: “Nada ni nadie en el mundo puede decir a los diputados electos por el pueblo húngaro que leyes pueden aprobar y qué leyes no”.
Sin embargo hay que señalar que la formación nacionalista, identitaria y social, Jobbik, votó en contra de esta nueva Constitución porque no se contemplaron sus propuesta de ampliar la política de nacionalización sobre sectores estratégicos para los intereses húngaros. Jobbik también acusa de Viktor Orban de ser demasiado débil ante el FMI, de no emprender un cambio de modelo económico profundo, y teme que finalmente ceda a algunas de las presiones extranjeras. Como dicen sus dirigentes, “Jobbik apuesta por un radicalismo contagioso” que tiene su reflejo en las urnas y en las encuestas sobre intención de voto en las que Jobbik no cesa de subir.
Otro factor que llevó al voto contrario de Jobbik, fue la ley electoral incluida en el texto constitucional, según la cual el partido más votado en las generales es compensado con una cantidad de escaños que aseguran su poder total durante los cuatro años de legislatura, “algo que nos recuerda al comunismo” han comentado desde Jobbik. Aunque las tendencias electorales hacen que no se pueda descartar que ese partido más votado sea el propio Jobbik en las legislativas de 2014.
Enric Ravello
Secretario de relaciones nacionales e internacionales Plataforma per Catalunya
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