Cuando la corrupción se convierte en nuestro peor enemigo
Sabemos por experiencia que cualquier cosa que hagamos va a ser mirada con lupa por los mercados internacionales, por esos ‘entes’ que son los que nos prestan el dinero que necesitamos para poder pagar los excesos de años vividos por encima de nuestras posibilidades, pero que a medida que comprueban la escasa fiabilidad de nuestro país nos suben el coste de ese préstamo hasta hacerlo insoportable e hipotecar no ya nuestro futuro, sino el de nuestros nietos. Nos miran con lupa, sí, y se detienen en cada una de las informaciones sobre lo que ocurre dentro de nuestras fronteras.
No se les escapa hasta qué punto la mala gestión del ex presidente Camps ha conducido a la Comunidad Valenciana a una situación insostenible de sus cuentas públicas, mientras quien ocupaba hasta hace unos meses la máxima representación de esa autonomía ofrece a diario un espectáculo grotesco en un juicio sin precedentes sobre un presunto delito de cohecho impropio por unos trajes.
Ahora ya no se trata solo del PP, sino del interés general, y los ciudadanos de este país no se merecen que fuera de nuestras fronteras se nos mire y se nos observe como si se tratara de una república bananera del tres al cuarto
Como tampoco se les escapa la acumulación de cargos contra otro ex presidente autonómico, Jaume Matas, que decoraba los baños de su palacio con escobillas de más de 300 euros la pieza, cosas de las que nos enteramos cuando el país atraviesa una crisis brutal y cada vez son más los españoles que acuden a los comedores sociales para tener algo que llevarse a la boca.
O del pago de 300.000 euros de ala a un descabellado personaje del mundo del arte, Ripollés, para que levantara a las puertas del Aeropuerto de Castellón una escultura atroz en memoria del hombre que se empeñó en construir esa obra inútil todavía hoy desierta de aeronaves que aterricen o despeguen de sus pistas, en un ejercicio más del despilfarro descontrolado en el que hemos vivido durante tanto tiempo.
Y, desde luego, no habrán perdido detalle de cómo en Andalucía una pandilla de cargos públicos extraídos de los peores recuerdos caciquiles y caudillistas del franquismo se repartían los fondos destinados a pagar las prestaciones por desempleo para hacer sus propios negocios y darse la gran vida, coca y putas de por medio, que parece que hay políticos que sin putas y drogas no se sienten lo suficientemente reconocidos en sus cargos. De lo de Urdangarín ya hemos escrito tanto, ya ha trascendido tanto que la sola mención de su nombre pone en alerta los estados mayores de las sociedades de inversión en medio mundo.
Oigan, señores, esto es lo verdaderamente urgente: no se trata solo de decirles a los mercados, a los inversores, a las autoridades europeas, que vamos ser los mejores a la hora de apretarnos el cinturón… Se trata también de lanzar un mensaje de firmeza en la lucha contra la corrupción y contra la gestión casi fraudulenta de los dineros de los ciudadanos. Y algo de esto debería de hacer el PP en el Gobierno, primero porque algunos de los casos más escandalosos le afectan en primera persona, y segundo porque ahora ya no se trata solo del PP, sino del interés general, y los ciudadanos de este país no se merecen que fuera de nuestras fronteras se nos mire y se nos observe como si se tratara de una república bananera del tres al cuarto.
Los españoles no están haciendo los sacrificios que están haciendo, y que están dispuestos a hacer, para comprobar al mismo tiempo cómo la clase política sigue mirando para otro lado cuando se dan comportamientos tan deleznables en sus filas. ¡Hagan algo, Dios mío! Intervengan la Junta de Andalucía, si hace falta, y la Comunidad Valenciana también, pero pongan orden de una vez por todas y ofrezcan a la sociedad un ejemplo de firmeza que nos haga creer, de verdad, que estamos en el camino de la regeneración democrática. Lo contrario, va a suponer que esos que nos miran con lupa sigan desconfiando de nosotros, de nuestra clase política, de nuestros gobernantes, y la prima de riesgo seguirá castigando la inacción frente al problema más grave que tiene nuestro país, aunque a veces, demasiadas veces, nuestros dirigentes no lo quieran reconocer.
FUENTE: http://www.elconfidencial.com/opinion/dos-palabras/2012/01/11/cuando-la-corrupcion-se-convierte-en-nuestro-peor-enemigo-8542/
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